Mundo patas arriba pdf




















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Tras los buques de guerra, iban los buques m ercant es cargados de opio. Ya era hora de poner fin a la t ozudez de los chinos. No era t odo, pero algo era. A Suiza fueron a parar los dinerit os de los m ilit ares argent inos que se sacrificaron por la pat ria ej erciendo el t error desde Los uruguayos no est am os m uy seguros del hom enaj e.

El Banco Am brosiano no era m arxist a. Muchos cam ellos pasaron por el oj o de esa aguj a. Bien se puede decir que t uvieron una carrera exit osa. Se necesit a ser un t raidor, y yo lo soy». Los discursos elogian al t rabaj o, m ient ras los hechos m aldicen a los t rabaj adores. Nunca nadie ha devuelt o nada. Los dos, uno t ras ot ro, recorrieron el m ism o cam ino: por am or al t ango, se fueron pero volvieron.

Mient ras t ant o, conversaba, dist endido, con el periodist a. Los robos m ayores pert enecen al orden de los vicios acept ados por cost um bre.

Mient ras se desprest igia la dem ocracia, se difunde la m oral del vale t odo: nadie t riunfa m eando agua bendit a. El dos por cient o. Se cast iga abaj o lo que se recom pensa arriba. El robo chico es delit o cont ra la propiedad, el robo grande es derecho de los propiet arios. A veces, sant a Eduviges hace el m ilagro. Los gobiernos gobiernan cada vez m enos, y cada vez se sient e m enos represent ado por ellos el pueblo que los ha vot ado.

La m ano com ercial del orden globalit ario roba lo que su m ano financiera prest a. Ellos no t ienen la culpa. La iniciat iva no fue escuchada. Los ot ros siet e m ult im illonarios eran grandes especuladores. Las opciones, opt ions, ya no definen la libert ad de elegir, sino el derecho de com prar; los fut uros, fut ures, han dej ado de ser m ist erios, para convert irse en cont rat os.

Los m ercados, m arket s, ya no son plazas bullangueras, sino pant allas de com put adoras. Los deport es populares m erecen respet o: cuat ro de cada diez nort eam ericanos part icipan de alguna m anera en el m ercado de valores. Ellos quieren que m ult ipliquem os sus ganancias. El doct or Frankenst ein del capit alism o ha generado un m onst ruo que cam ina por su cuent a, y no hay quien lo pare.

Es una suert e de est ado por encim a de los est ados, un poder invisible que a t odos gobierna, aunque ha sido elegido por nadie. Boff, Leonardo, «A nova era: a civilizao planet aria». Vent anni di finanza e polit ica at t raverso la st oria del Banco Am brosiano». Rom a, Edizioni Associat e, Barcelona, I ndex, Greenberg, Michael, «Brit ish t rade and t he opening of China». Nueva York, Mont hly Review Press, Hawken, Paul, «The ecology of com m erce: A declarat ion of sust ainabilit y».

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Ziegler, Jean, «La Suisse lave plus blanc». Mient ras caen los salarios y aum ent an los horarios, el m ercado laboral vom it a gent e. Y el m iedo cunde: el t rabaj o o la nada. Ant e la lluvia de denuncias por fraude, los am igos le ofrecieron una cena de desagravio.

Acuden las m ult it udes a im plorar t rabaj o al pat rono de los desem pleados. Ent re m ayo y oct ubre del 97, aparecieron nuevas fuent es de t rabaj o. Algunos desem pleados desfilaron m et idos dent ro de las bolsas negras de la basura: era la puest a en escena del dram a del t rabaj o en el m undo act ual. Ent onces t rabaj an por un t iem po, al servicio de una agencia cont rat ist a. La diferencia era de cuat ro veces; ahora, de ocho.

Se padece en t odas part es, y a t odos los niveles. Un plebiscit o propuso t rabaj ar m enos horas sin dism inuir los salarios, y los suizos vot aron en cont ra. El t iem po que no se t raduce en dinero, t iem po libre, t iem po de vida vivida por el placer de vivir y no por el deber de producir, genera m iedo. Al fin y al cabo, eso nada t iene de nuevo. Hoy podem os hacer el doble de aut os con la m ism a cant idad de gent e. Pero aquel poder asust ado, el poder de ayer, es el poder que hoy por hoy asust a, para ser obedecido.

El dinero y la gent e se cruzan en el cam ino. El dinero viaj a sin aduanas ni problem as; lo reciben besos y flores y sones de t rom pet as. Si quiero com pet ir, t engo que recurrir a ellos. Es el m undo globalizado. Esos j uguet es se fabrican en Viet nam , donde las obreras t rabaj an diez horas seguidas, en galpones cerrados a cal y cant o, a cam bio de ochent a cent avos. De eso se encarga, solit a, la m iseria que padece la m ayor part e del planet a.

Las m ej ores condiciones para las em presas son las peores condiciones para el nivel de salarios, la seguridad en el t rabaj o y la salud de la t ierra y de la gent e. Pero algunos pueden navegar m ej or que ot ros. Si no se port an bien, dicen las em presas, nos vam os a Filipinas, o a Tailandia, o a I ndonesia, o a China, o a Mart e. Vino la huelga. A fines del 95, las t iendas GAP anunciaron que se m archaban al Asia. El sect or inform al, que t raducido significa t rabaj o al m argen de la ley, ofrece 85 de cada cien nuevos em pleos.

Al alba, sale a recorrer las calles de la ciudad de Quit o en un viej o Chevrolet que hace de t axi. Eran m uchachos condenados a ser delincuent es, m endigos o put as. Fueron al m inist erio, y nada. Cerrut t i, Gabriela, ent revist a con el em presario Enrique Pescarm ona. Econom ic Policy I nst it ut e, «The st at e of working Am erica», , Washingt on, Sharpe, En Nacla, Nueva York, enero, febrero de FCE, Une valeur en voie de disparit ion».

Modelo, Leonardo, «En defensa de los baj os sueldos universit arios». Rifkin, Jerem y, «The end of work». Nueva York, Put nam. St alker, Pet er, «The work of st rangers: A survey of int ernat ional labour m igrat ion». Ginebra, OI T, Van Liem t , Gij sbert , «I ndust ry on t he m ove». Verit y, J. En Business Week, 21 de noviem bre de El robo no es m enos robo porque se com et a en nom bre de leyes o de em peradores. Las dict aduras ofrecen eso».

El prest igio de Saro- Wiwa dio a est e crim en ciert a resonancia int ernacional. La em presa anglo- holandesa Shell se lleva la m it ad; y la nort eam ericana Chevron, buena part e del rest o.

Curazao es una isla del m ar Caribe. En , las aut oridades locales m andaron parar. Lo rom pen a m art illazos, descubren una piedra de luz azul. Los j unt apapeles part en esa piedra azul. Regalan los pedacit os a sus vecinos. Quien se frot a la piel, brilla en la noche. Han com ido m ango de coco. Pero t odo el barrio vom it a, y t odos se hinchan, y arden. Mil casas y edificios se vienen abaj o en m enos de t res m inut os.

No por haber asesinado a t reint a personas, sino por haber firm ado un cheque sin fondos. Ese coronel est aba acusado del asesinat o de un ciudadano de los Est ados Unidos y del m arido de una ciudadana de los Est ados Unidos. En Brecha, Mont evideo, 27 de set iem bre de Por los cam inos de la m ilpa». Barcelona, Virus, Donovan, Paul, «Making a killing». En The New I nt ernat ionalist , Oxford, sept iem bre de Greenpeace I nt ernat ional, «The Greenpeace book on greenwash».

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The unt old st ory of t he am erican coup in Guat em ala». Nueva York, Anchor, St rada, Gino, «The horror of land m ines». En Scient ific Am erican, m ayo de Sant iago de Chile, Planet a, Verbit sky, Horacio, «El vuelo». La im pu n ida d de los ca za dor e s de ge n t e A viso a los delincuent es que se inician en el oficio: no es negocio asesinar con t im idez.

El crim en paga; pero paga cuando se pract ica, com o los negocios, en gran escala. Som os t odos iguales ant e la ley. Ant e la ley t errena, la igualdad se desiguala t odo el t iem po y en t odas part es, porque el poder t iene la cost um bre de sent arse encim a de uno de los plat illos de la balanza de la j ust icia. La a m n e sia obliga t or ia Es la desigualdad ant e la ley la que ha hecho y sigue haciendo la hist oria real, pero a la hist oria oficial no la escribe la m em oria, sino el olvido.

El vicealm irant e fue arrest ado, por delit o de franqueza. Las dem ocracias lat inoam ericanas resucit aron condenadas al pago de las deudas y El Diablo andaba con ham bre El Fam iliar es un perro negro que echa llam as por las fauces y las orej as. En el invierno del 76, t iem pos de dict adura m ilit ar, el Diablo andaba con ham bre.

Los soldados se llevaron a cient o cuarent a obreros. Todo se ha hecho, o se ha deshecho, con relat iva facilidad. Era el principio del fin de su im punidad, era el principio del fin de su poder.

La dem ocracia paga las consecuencias de est as cost um bres. No hay hist oria m uda. Por m ucho que la quem en, por m ucho que la rom pan, por m ucho que la m ient an, la hist oria hum ana se niega a callarse la boca. El t iem po que fue sigue lat iendo, vivo, dent ro del t iem po que es, aunque el t iem po que es no lo quiera o no lo sepa. Recordar el pasado, para liberarnos de sus m aldiciones: no para at ar los pies del t iem po present e, sino para que el present e cam ine libre de t ram pas.

Quiere ser puert o de part ida, no de llegada. Ella no reniega de la nost algia: pero prefiere la esperanza, su peligro, su int em perie. Creyeron los griegos que la m em oria es herm ana del t iem po y de la m ar, y no se equivocaron. La im punidad es hij a de la m ala m em oria.

Bien lo han sabido t odas las dict aduras m ilit ares que en nuest ras t ierras han sido. San Salvador, Arcoiris, Washingt on DC, Guena, Marcia, «Arquivo do horror. Docum ent os da dit adura do Paraguai». Mont evideo, Jonas, Susanne, «The bat t le for Guat em ala. Rebels, deat h squads and US power».

Boulder, West view, Klare, Michael T. Ribeiro, Darcy, «Aos t rancos e barrancos. Com o o Brasil deu no que deu». Verbit sky, obras cit adas. Un pla n e t a de sca r t a ble I nundaciones, inm undaciones: t orrent es de inm undicias inundan el m undo y el aire que el m undo respira.

En realidad, que firm ara o que no firm ara im port aba poco o nada, porque, de t odos m odos, los acuerdos int ernacionales valen m enos que los cheques sin fondos. La ayahuasca es, desde ahora, propiedad privada. La em presa Union Carbide no aplicaba en la I ndia ninguna de las norm as de seguridad que son obligat orias en los Est ados Unidos. La com unidad negra de Kennedy Height s, en Houst on, Texas, habit a t ierras arruinadas por los residuos pet roleros de la Gulf Oil.

La im punidad de la em presa Bayer viene de los t iem pos en que form aba part e del consorcio I G Farben y usaba la m ano de obra grat uit a de los prisioneros de Auschwit z. Para dar elect ricidad al alum inio, Brasil ha inundado gigant escas ext ensiones de bosque t ropical. Cuando las flores han crecido en las inm ensas plant aciones, Holanda recibe los t ulipanes, Alem ania recibe las rosas, y Colom bia se queda con los baj os salarios, la t ierra last im ada y el agua dism inuida y envenenada.

Hacen, con la basura peligrosa, lo m ism o que hacen con los pest icidas y herbicidas prohibidos en casa: los export an al sur baj o ot ros nom bres. Cuando callan, la profesora les recom pensa el silencio con golosinas. Ya no hay aire, sino desaire. Ya no hay parques, sino parkings.

Em presas en lugar de naciones. Consum idores en lugar de ciudadanos. Aglom eraciones en lugar de ciudades. No hay realidades, sino publicidades. No hay visiones, sino t elevisiones. El siglo veint e, art ist a cansado, t erm ina pint ando nat uralezas m uert as. El ext erm inio del planet a ya no perdona a nadie. Fuent es consult adas Baird, Vanessa, Trash. En The New I nt ernat ionalist , Oxford, oct ubre de En Tierra Am iga, Mont evideo, j unio de Bruno, Kenny, The corporat e capt ure of t he Eart h Sum m it.

En Mult inat ional Monit or, j ulio, agost o de Nueva York, Apert ure, Carson, Rachel, La prim avera silenciosa. Barcelona, Grij albo, Durning, Alan Thein, How m uch is enough?. Londres, Eart hcan, Lisboa, Marij ane, Ship of ills.

En The New I nt ernat ionalist , Oxford, abril de Payeras, Mario, Lat it ud de la flor y del granizo. Bost on, m ayo de Worldwat ch I nst it ut e, St at e of t he World, No hay m edusas que piquen, ni hay erizos que pinchen, ni hay m osquit os que j odan. Las cochinas aguas del puert o envidian est as aguas t ransparent es; est e aire inm aculado se burla del veneno que la gent e respira en la ciudad. Las olas t ienen la alt ura que los m ot ores les dan.

De las sesent a m ayores em presas del m undo, la m it ad pert enece a est a sant a alianza o funciona para ella. Est e cuerpo anim ado com e gasolina y aceit e en sus rest oranes, dispone de farm acias donde le dan rem edios, y de hospit ales donde lo revisan, lo diagnost ican y lo curan, y t iene dorm it orios para descansar y cem ent erios para m orir.

Drivet hru t eller, drivein rest aurant : sin salir del aut o se puede sacar dinero del banco y cenar ham burguesas.

De vez en cuando em ergen a las calles y arrebat an de un m anot azo cart eras y billet eras. La gent e no puede fum ar. Nunca t ant os han sufrido t ant o por t an pocos. Pero al sur, es m ucho peor. Algunas de las m ayores ciudades lat inoam ericanas viven pendient es de la lluvia y del vient o, que lim pian el aire o se llevan el veneno a ot ra part e.

Es u n ch ist e , 1 En alguna gran avenida de alguna gran ciudad lat inoam ericana, alguien espera para cruzar. Ent onces vuelve la cabeza y ve que hay un hom bre recost ado en la pared, fum ando. Charles Chaplin gust aba decir que el silencio es el oro de los pobres. N o e s u n ch ist e , 1 , Managua, barrio Las Colinas: noche de fiest a. Se alzan copas brindando por la prosperidad de Nicaragua. Queda inaugurada una nueva gasolinera de Texaco. El lenguaj e fabrica la realidad ilusoria que la publicidad necesit a invent ar para vender.

En eso, al m enos, no m ient e la publicidad: acelerar a fondo es com o disparar un arm a, proporciona el m ism o placer y el m ism o poder. El perm iso de conducir equivale al perm iso de port e de arm as, y da licencia para m at ar. En , hubo un plebiscit o en Am st erdam. Llevam os cinco siglos de ent renam ient o para copiar en lugar de crear. Fuent es consult adas Am erican Aut om obile Manufact urers Associat ion, World m ot or vehicle dat a.

Det roit , Barret , Richard, e I sm ail Serageldin, Environm ent ally sust ainable urban t ransport. Defining a global policy. Cevallos, Diego, El reino del aut o. Faiz, Asif, y ot ros, Aut om ot ive air pollut ion: I ssues and opt ions for developing count ries.

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Quien no debe, no es. Debo, luego exist o. El sist em a product ivo, convert ido en sist em a financiero, m ult iplica a los deudores para m ult iplicar a los consum idores. Com o dice un viej o proverbio t urco, quien bebe a cuent a, se em borracha el doble. Pobr e za s Pobres, lo que se dice pobres, son los que no t ienen t iem po para perder el t iem po. Pobres, lo que se dice pobres, son los que no t ienen silencio, ni pueden com prarlo.

Pobres, lo que se dice pobres, son los que t ienen piernas que han olvidado de cam inar, com o las alas de las gallinas se han olvidado de volar. Pobres, lo que se dice pobres, son los que com en basura y pagan por ella com o si fuese com ida. Pobres, lo que se dice pobres, son los que t ienen el derecho de respirar m ierda, com o si fuera aire, sin pagar nada por ella. El derecho al derroche, privilegio de pocos, dice ser la libert ad de t odos.

Un hom bre pobre es un pobre hom bre. Viven com prando et iquet as, y viven sudando la got a gorda para pagar las cuot as». El conduct or em erge del desast re y gim e: - Mi Mercedes Mi Mercedes I nvisible violencia del m ercado: la diversidad es enem iga de la rent abilidad, y la uniform idad m anda.

El consum idor ej em plar es el hom bre quiet o. N o e s u n ch ist e , 2 En la prim avera del 98, en Viena, nace un nuevo perfum e. La criat ura responde al nom bre de Cash, y exhala el excit ant e olor del dinero. Nuevas present aciones en sociedad se anuncian en Alem ania, en la sede del Deut sche Bank, y en Suiza, en la Union de Banques Suisses.

Todo t iene el m ism o gust o: las papas frit as, las verduras, la carne, el pescado, el pollo. Dem ocracia no es relaj o. En Lim a, los cart eles ofrecen en las calles narices perfect as y pieles blancas, al alcance de cualquier bolsillo que pueda pagarlas. Los m ism os alt os edificios, prism as, cubos, cilindros, im ponen su presencia, y los m ism os gigant escos anuncios de m arcas int ernacionales copan el paisaj e urbano.

Cualquiera ent iende, en cualquier lugar, los m ensaj es que el t elevisor t rasm it e. Tiem po libre, t iem po prisionero: las casas m uy pobres no t ienen cam a, pero t ienen t elevisor, y el t elevisor t iene la palabra. Pobre es el que no t iene a nadie, dice y repit e una viej a que habla sola en las calles de San Pablo. La publicidad no inform a sobre el product o que vende, o rara vez lo hace.

Eso es lo de m enos. Yo siem pre he escuchado decir que el dinero no produce la felicidad; pero cualquier t elevident e pobre t iene m ot ivos de sobra para creer que el dinero produce algo t an parecido, que la diferencia es asunt o de especialist as.

Las ciudades prom et en t rabaj o, prosperidad, un porvenir para los hij os. En los cam pos, los esperadores m iran pasar la vida, y m ueren bost ezando; en las ciudades, la vida ocurre, y llam a. Junt arse, encont rarse. Sobre sus harapos de siem pre, los com pet idores lucen am plias capas de colores, y en las cabezas llevan cascos em plum ados de guerreros rom anos.

Los dest art alados carret ones han recibido pint ura nueva, para que m ej or brillen los nom bres de los sponsors. Chillan las t rom pet as. Baj a la bandera, la carrera se desat a. El shopping cent er, o shopping m all, vidriera de t odas las vidrieras, im pone su presencia avasallant e.

Los cam peonat os responden al nom bre de quien paga. El cam peonat o argent ino se llam a Pepsi Cola. El t orneo int ercont inent al de clubes se llam a Copa Toyot a. Lavados y planchados y peinados, vest idos con sus m ej ores galas, los visit ant es vienen a una fiest a donde no son convidados, pero pueden ser m irones. Todo cam bia al rit m o vert iginoso de la m oda, puest a al servicio de la necesidad de vender.

Las cosas envej ecen en un parpadeo, para ser reem plazadas por ot ras cosas de vida fugaz. En est os sant uarios del bienest ar se puede hacer t odo, sin necesidad de salir a la int em perie sucia y am enazant e. Michael A. En su infinit a generosidad, la cult ura de consum o nos regala el salvoconduct o que nos perm it e fugarnos del infierno de las calles.

En los shoppings, no hay peligro. La peligrosidad es inversam ent e proporcional a la edad. La sociedad de consum o es una t ram pa cazabobos. La inj ust icia social no es un error a corregir, ni un defect o a superar: es una necesidad esencial. Por est afa, porque prom et en lo im posible. Fuent es consult adas Bellah, R. Berkeley, Universit y of California, Cooper, Marc, Twent yfive years aft er Allende.

En The Nat ion, Nueva York, 23 de m arzo de Forbes, Annual report on am erican indust ry, 12 de enero de En Narraciones incom plet as, Madrid, Siruela, Mont evideo, diciem bre de Jouvenel, Bert rand de, Arcadie, essai sur le m ieux- vivre.

Marx, Karl, El capit al. Madrid, Siglo XXI , Sant iago de Chile, Arcis, Lom , Medios, ciudad y cost um bres en el fin de siglo. Buenos Aires, Ariel, Wacht el, Paul, The povert y of affluence. Barcelona, Anagram a, Video docum ent al. Managua, Alba Film s, La realidad real im it a la realidad virt ual que im it a la realidad real, en un m undo que t ranspira violencia por t odos los poros. Ya no es necesario que los fines j ust ifiquen los m edios. Jus com m unicat ionis: los conquist adores hablaban, los indios escuchaban.

En el planet a virt ual no se corre peligro de encont rar aduanas, ni gobiernos con delirios de independencia. Por m edio de sus client es virt uales, program ados por com put adora. Habida cuent a de las excepciones, que afort unadam ent e las hay y no son t an pocas, por regla general est a pluralidad t iende a ofrecernos m iles de posibilidades de elegir ent re lo m ism o y lo m ism o.

Las infinit as sesiones del j uicio cont ra el at let a O. Las hileras de m uert os, deform ados por la t ort ura, est rem ecieron al m undo. Por ej em plo, carreras de aut os. En una de ellas, una de las m aneras de acum ular punt os consist e en aplast ar peat ones. El m undo t iende a convert irse en el escenario de un gigant esco realit y show.

Se calcula que no fueron m enos de cien m il. En la pant alla, nunca se vieron. Es la m uert e por cont rol rem ot o, sin sent im ient os ni rem ordim ient os Y ent onces, regresam os a casa en t riunfo. En el cam ino del t rabaj o a casa, o de casa al t rabaj o, t reint a m illones de j aponeses se encuent ran con el pachinko y al pachinko encom iendan sus alm as.

Mej or a m is niet os. Los niet os, los m uchachos, los que hablan bonit o, hablan com o la t ele. Hay m il doscient os m illones de t elevisores en el m undo. A part ir de Reagan, ot ros t elepresident es t riunfaron en el m undo. Peor es no est ar. De ninguna m anera pret endem os reflej ar la realidad.

Son frecuent es las int rigas m illonarias. Lim a, Calandria, Quit o, ALER, Chom sky, Noam , y Edward S. Herm an, Manufact uring consent. Nueva York, Pant heon, En Folha de Sao Paulo, 28 de abril de Engelhardt , Tom , The end of vict ory cult ure.

Nueva York, Basic Books, Gakunzi, David, Ruanda. En Archipel, Basilea, enero de The system of economics, explains Galeano, seems to be dichotomized these days: It covers a wide range of topics: Galeano uses a sophisticated vocabulary that has given me the impetus to talk more passionately to talk about politics in Spanish.

Este libro te da un par de cachetadas para que te mantengas atento a lo que sucede en tu alrededor. Keeping the Gods inside. How twisted that when you drive through the low-income neighborhoods there Wow! Just a moment while we sign you in to your Goodreads account. A great read ak anyone who is a consumer or knows one. Not because I loved it. To see what your friends thought of eeduardo book, please sign up. I really loved this book, and it made me want to add a lot of other books about Latin American history to my reading list.

Want to Read Currently Reading Read. Preview — Patas arriba. There are no discussion topics on this book yet. In the North, we are fed on a diet of artificial need and all made the same by things we own; the South is the galley slave enabling our greed.

Lots of wood block prints ell little, dirty tidbits about the global economy and politicians. Automobiles usurp human space, poison the air, and frequently murder the interlopers who invade their conquered territory -and no one lifts a finger to stop them. And it has been written completely from the point of view of Latin America. See 1 question about Patas arriba. Not likely to see billboards at ALL in wealthy neighborhoods yet, they can afford it and most likely already have it.

Sexism, raci In Classic Galeano jundo, wave after wave of facts supported by a healthy dose of passionate arguments, Patas arriba makes an effort to explain what is wrong with the world, how can be possible that evolved and civilized human beings passively tolerate the extremely unfair conditions of the current system and why, despite the absurd amount of negative ecuardo the system has it continues to be viewed as the best choice in pretty much the whole world.

Estoy empezando a considerar a Galeano como autor favorito. Works by Eduardo Galeano. Nothing really shocking for anyone willing to delve deeper below the surface.

Eduardo Galeano was a Uruguayan journalist, writer and novelist.



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